En verdad hay tantas maravillas en Ecuador, subestimadas al momento por la violencia de grupos criminales que se han tomado el país.
Basta mirar la avenida de los volcanes que se observa desde el Teleférico de Quito, desde donde pareciera que uno asciendiera al cielo.
El paisaje del Quito nocturno que se extiende a los pies del Panecillo e Itchimbía, como un gran lienzo de luces, estrellas y colores, con templos, plazas y cerros iluminados que se observan desde miradores, lujosos restaurantes y centros turísticos instalados en la zona. Es un verdadero regalo para la vista.
El Centro Histórico, Patrimonio de la Humanidad, excepcional reliquia colonial, en la que se recrean las iglesias de Quito, ricas no sólo por su arquitectura gótica y barroca, sino por el gran bagaje de obras artísticas de la famosa Escuela Quiteña. Allí están la Catedral, la Compañía de Jesús, La Merced, San Francisco, San Diego, Santo Domingo, La Basílica, con sus plazas de piedra y conventos que parecen extraídos de un calendario.
Y que decir de esas hermosas playas ecuatorianas como Los Frailes, Punta Blanca, Montañita, Atacames, y otras tantas consideradas entre las más hermosas del mundo.
Hacia el centro del país, lugares convertidos en paraísos turísticos de montaña, como Mindo, las lagunas de Quilotoa, Cuicocha, Yaguarcocha, Mojanda, Papallacta.
Ah... y las islas Galápagos, únicas en el mudo por su fauna y por su flora y su ubicación privilegiadas.
La Mitad del Mundo, en San Antonio de Pichincha, en donde se puede pisar dos hemisferios y apreciar el folclor y la más rica artesanía nacional.
No queda atrás la riquísima gastronomía ecuatoriana, de una diversidad exquisita, con platos típicos de cada provincia, como hornado, llapingachos, encebollados, locro de papas, choclos con queso y habas, chugchucaras, allullas, humitas y quimbolitos, tostado, papas con cuero, fritada, fanesca, bizcochos y más delicias que están ya ubicándose a nivel mundial y ganando premios internacionales
Y que decir de las caseritas de la esquina que ofrecen todos los productos agrícolas, frutas, hortalizas legumbres, incluyendo la yapa.
Súmense a ello las hábiles manos de obreros ecuatorianos que hacen de todo, remodelan todo y arreglan hasta lo imposible y la increíble artesanía como la de Otavalo, Montecristi y otros lugares del país.
Todas estas maravillas en tan pequeño territorio, en el que se puede pasar en días u horas de playa a montaña y selva para recrear la vista, la cálida acogida, el gusto y el sabor.
Y como antesala de estas bellezas están obras de gran magnitud como los aeropuertos de Quito y Guayaquil que ofrecen excelentes y modernos servicios con instalaciones de primer orden y hasta el Metro de Quito, que no le pide favor a ninguno otro de América y que pronto será ampliado según ofrecimiento del Gobierno Nacional.
Qué lindo es llegar a Quito, encontrar a grandes e inolvidables amigos y familiares y conectarse con nuestras raíces.
Florita Proaño